lunes, 1 de octubre de 2012

Propiocepción: ¿Qué es?







Empezando por el principio, la propiocepción es la capacidad de nuestro cuerpo de ubicar la posición de las articulaciones en todo momento. Como ya se ha comentado en Vitónica, es la capacidad que tenemos de conocer nuestra postura con los ojos cerrados.
Las dos cualidades que definen una buena propiocepción son: que sea ajustada (ser conscientes de las variaciones más finas de la posición) y que sea rápida (poder obtener esta información en movimientos con gran aceleración). Pero, ¿por qué una mala propiocepción genera lesiones?
La propiocepción (cepción: sensación, propio: interna o íntima) actúa como mecanismo de defensa ante movimientos que puedan lesionar una articulación. Si no es correcta (es lenta o desproporcionada) o no actúa con la rapidez suficiente para prevenir un movimiento exagerado, o la reacción es tan intensa, que es el movimiento de protección el que nos lesiona.
Un ejemplo. Cuando estamos corriendo, nuestro tobillo absorbe las irregularidades del terreno. Si pisamos un bordillo, la propiocepción entra en juego. Si es demasiado lenta, el lado externo del tobillo toca el suelo y nos distiende los ligamentos. Si es desproporcionada, el gesto de protección que nos genera, puede provocar una contractura muscular.

 Uno de los problemas más frecuentes en el mundo del deporte son las lesiones de tobillo, pero hay un riesgo añadido con respecto a este tipo de lesiones, aumentan las posibilidades de sufrirlos nuevamente. Según los especialistas, la causa de que el riesgo aumente es la llamada capacidad propioceptiva.
La capacidad propioceptiva es el saber pisar de forma adecuada en cualquier superficie sin aumentar el consumo de energía y sin que se produzcan lesiones, ya sean de tobillo o de rodilla. De hecho, esta capacidad es muy importante y marca diferencias entre los deportistas.
Para quienes sufren lesiones de este tipo existen técnicas de rehabilitación que consiguen reducir hasta un 90% la posibilidad de volver a sufrir un esguince en un tobillo que anteriormente ya ha sido dañado, la técnica en cuestión se denomina entrenamiento propioceptivo y se ha constatado a través de estudios que es especialmente eficaz.

El sistema propioceptivo se compone de los diversos receptores nerviosos que se encuentran en las articulaciones, músculos y ligamentos, gracias a ellos se detecta la tensión muscular, su grado y el estiramiento muscular desarrollado.
En el entrenamiento propioceptivo se trabajan sobre todo dos aspectos fundamentales, la coordinación y la fuerza, a su vez, los dos aspectos presentan tres niveles, intermuscular, intramuscular y procesos reflejos. De este modo se consigue mejorar la capacidad de reflejo, de orientación o el sentido del ritmo entre otros. La meta a alcanzar es la capacidad de poder prevenir situaciones imprevistas que ofrecen un riesgo de lesión.
Toda esa información recogida se envía al cerebro que se encarga de procesarla y enviar la orden pertinente a los músculos para que actúen en consecuencia realizando los ajustes de tensión o estiramiento muscular, el resultado será el movimiento deseado.
Básicamente la propioconcepción es un mecanismo de control de los movimientos que se realizan siendo un proceso que se realiza a modo de acto reflejo por su gran rapidez.





 Aún vas a muchos gimnasios y ves como los clientes se sorprenden y extrañan al ver en sesiones de acondicionamiento físico ejercicios de equilibrio, así como trabajo con superficies inestables: Fitball, Bosu, Disc y similares, llegando incluso de tacharlos de menos “cañeros” que los clásicos, seguramente por una incorrecta técnica de ejecución.

Sin embargo, el entrenamiento propioceptivo es ya casi una obligación en los mejores entrenadores personales, ya sean enfocados a la salud o al rendimiento y competición: Si bien hace unos meses hablábamos de la recuperación de Garbajosa, ahora ya son habituales las fotos y reportajes tanto en prensa diaria como en revistas del sector en la que podemos ver a los mejores deportistas y atletas entrenando en este línea.
Podemos definir propiocepción como un sentido de orientación interno sobre el que conocemos la posición y disponibilidad para el movimiento de nuestros músculos, para entendernos, gracias a la propiocepción es donde sabemos en qué posición se encuentran las partes de nuestro cuerpo estando “a ciegas”.

¿Y por qué debemos entrenar la propiocepción? Primero porque este sufre un gran deterioro en casos de lesiones, sobre todo de tipo articular. Es por ello por lo que parte del trabajo de rehabilitación irá siempre orientado en esta línea, con el objetivo fundamental de evitar nuevas lesiones.
Además, optimiza de forma espectacular el rendimiento de nuestra fuerza, equilibrio y coordinación, ahorrando esfuerzos innecesarios, además de una mayor habilidad en deportes que requieren, por ejemplo, estar pendientes de varios puntos (estáticos o en movimiento) a la vez: Tenis, fútbol, baloncesto…

Vitonica.